La Chisperia De Chamberi

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¿Es fácil ser un prostituto en un reino de mujeres?

Tradicionalmente, la prestación de servicios íntimos se considera una ocupación femenina, incluso en los países donde la prostitución es legal y no está condenada. Pero esto no significa que los representantes del sexo fuerte no tengan nada que hacer entre las prostitutas, ya que el comercio sexual masculino es más demandado y está mejor pagado sólo por la falta de una oferta excesiva. Para entender cómo sobreviven los prostitutos masculinos en la esfera de los servicios íntimos, los editores de la plataforma en línea Escorts Y Putas en Ciudad de México ❤️ CDMX/Distrito Federal/DF entrevistaron a un cotizado gigoló argentino, a quien visitan señoras adineradas no sólo de todos los rincones del país, sino también del extranjero (por razones de seguridad, no se mencionarán nombres ni direcciones).

La historia de una putana: sobre trabajo, vida y clientes

– ¿Qué influyó en su decisión de dedicarse a los servicios íntimos?

– Siempre he sido popular entre el sexo opuesto, por lo que he tenido una vida sexual activa desde que era adolescente. A los 18 años empecé a pensar en buscar un trabajo fijo, ya que quería independizarme de mi familia, pero no pensaba trabajar en exceso. Una de las chicas que recogí en una discoteca me dio una pista: resultó que trabajaba como acompañante, porque la prostitución individual es legal en nuestro país. Según ella, yo poseía todos los atributos: un aspecto agradable, un cuerpo bombeado y un carácter incansable en la cama, y podría ser un gran comienzo en la industria íntima.

– ¿Y qué pasó después?

– Aquí en Argentina es sencillo: hay sitios web especiales donde puedes registrarte y esperar la llamada de un cliente. Tardé unos 15 minutos en publicar mi perfil, pero antes tuve que hacerme unas fotos bonitas, porque los perfiles sin fotos no son populares.

– ¿Cuándo te llamaron?

– La primera llamada fue uno o dos días después de registrarme. Una chica joven quería pasar una velada en una compañía agradable, ni siquiera se trataba de sexo. Primero cenamos, hablamos un poco, así que apenas hubo rigidez ni timidez. No fue diferente de mis citas habituales, salvo que me pagaron por ello.

– ¿Ha tenido alguna vez clientes masculinos?

– Es difícil de creer, pero casi un tercio de las llamadas vienen de chicos, otro 20% son matrimonios. Así fue como me di cuenta de que era bisexual: hubo una llamada a una pareja de 35-40 años, y mientras yo practicaba sexo con mi pareja, su marido se unió a nosotros. No hubo rechazo ni aversión, así que empecé a salir con hombres de vez en cuando. Pero es más bien una rareza, ya que soy top, y los pasivos están más solicitados entre los chicos que ejercen la prostitución.

– ¿Y cómo son tus ingresos?

– Al principio era más un trabajo a tiempo parcial, ya que me llamaban 1-2 veces por semana, así que tuve que buscar un trabajo fijo. Pero con el tiempo he conseguido una clientela estable y este dinero me alcanza para el alquiler, el ocio y mantener mi aspecto en óptimas condiciones.

– ¿Trabaja sólo en Argentina?

– Una vez me invitaron a un burdel privado en México. Allí todo era oficial: entrevista, contrato de trabajo, alojamiento y comida, pero después de ir a conocer al empleador, cambié de opinión. De hecho, trabajando a través de sitios como Pander, no cobro menos, pero no dependo de nadie y no tengo que moverme.

– ¿Qué consejo tiene para los chicos y chicas jóvenes que quieren ofrecer servicios de acompañantes y sexo?

– En primer lugar, no hay que idealizar la prostitución, porque no es una cita cualquiera, sino un trabajo difícil y a veces agotador. Hay diferentes clientes, y hay que encontrar un enfoque para cada uno, pero no hay que preocuparse: siempre se puede rechazar si el cliente es desagradable.

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